Hace cuarenta años, tres héroes de la astronáutica pisaban por primera vez el satélite natural de la Tierra: La Luna. Un proyecto millonario y un avance tecnológico sin precedentes hasta entonces se desarrollaban obviando la crisis política internacional entre los dos grandes bloques que protagonizaban la Guerra Fría. La llegada del hombre a la Luna fue definitivamente “un gran paso para la humanidad”.
Desde la primera vez que Galileo Galilei direccionó su telescopio para ver la Luna de la Tierra y las de Júpiter, pasarían tres siglos y medio para que el hombre conquistara el espacio: el 20 de julio de 1969. En esa fecha los astronautas de la misión Apolo XI pisaban el Mar de la Tranquilidad en nuestro satélite natural.
Cuatro días antes de esa fecha, desde el Centro Espacial Kennedy, se lanzaba el cohete Saturno V, que llevaba a Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin Aldrin a un viaje de casi 385 mil kilómetros hasta la Luna. Unos días después, el módulo lunar Eagle descendía, y el Comandante Armstrong pisaba el satélite, pronunciando su recordada frase: “Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad”, con la transmisión de la señal para 500 millones de personas en todo el mundo.
Algunos detractores manifestaron que el costo del viaje, de aproximadamente US$ 25.000 millones (unos US$ 130 mil millones en la actualidad) podrían haberse utilizado para otros fines. Sin embargo, habría que tener en cuenta que el desarrollo de esta misión no sólo sirvió para explorar e investigar la Luna, sino para desarrollar la industria espacial, ya que unas 400 mil personas se vieron directamente contratadas para el programa y otras miles, indirectamente.
Si bien es cierto que el objetivo principal era estudiar las características físicas de nuestro satélite, también se gestó un nuevo panorama en las investigaciones tecnológicas y científicas, especialmente en la salud. Permitió el desarrollo de los equipos de diálisis, nuevos artefactos de comunicación satelital, que posteriormente dio pie al Sistema de Posicionamiento Global (GPS), equipos de bomberos, generador de imágenes médicas, plásticos envasados, comidas para bebés, botas de esquí, herramientas para automóviles, etc.
¿Se podría decir entonces que el Apolo XI revolucionó el mundo científico? Sí, inclusive dio pie a que millones de personas en el mundo tuvieran la posibilidad de imaginarse un nuevo esquema en el concepto de la ciencia. Con esta misión, se rompió cualquier intento de poner límites a la invención humana y a los obstáculos superficiales en cuanto a conocimiento de la astronomía y la astronáutica. Aunque, por cierto no hay que olvidar algunos desaciertos cometidos dentro del programa espacial, como la explosión del Challenger, por citar un ejemplo, y otras tragedias que enlutaron los campos de lanzamientos de transbordadores.
Conquista del espacio
Para el 2020, la NASA prepara otra misión a la Luna; esta vez, con el objetivo claro de establecer una base estable, capaz de desarrollar la investigación científica y para servir como plataforma para otras misiones dentro y fuera de nuestro sistema solar. Cada vez, el mundo se queda más pequeño para el conocimiento humano y muy reducido para los intereses que muchos habitantes terrícolas podamos tener.
Por ello, a cuatro décadas de aquella gran hazaña, que significó la apertura de nuevos horizontes científicos y logros humanos, que evidenciaron la capacidad de derribar mitos y muros insostenibles, y más allá de que algunos se muestren escépticos y hasta inmunes a la grandeza científica, el Apolo XI abrió la puerta de la técnica y la ciencia al servicio del hombre.
Los de acá
Para el directivo del Centro de Difusión e Investigación Astronómica de Paraguay (Cedia), Félix Piriyú, la humanidad no puede quedarse eternamente en la Tierra; los recursos son escasos y de la manera en que los usamos no son renovables, por ello la Luna es nuestra primera parada y la más importante.
Respecto al desarrollo de la astronomía y de la astronáutica en el país, Piriyú afirmó que Cedia tiene la intención de presentar un proyecto de ley para instaurar la enseñanza formal de la astronomía en las aulas y posteriormente crear una facultad, en alguna universidad.
En 1970, el Gobierno de los Estados Unidos obsequió al Ministerio de Defensa Nacional una roca lunar, que se encuentra actualmente en el Museo de Historia Militar. Aunque, por la conmemoración del aniversario del viaje del Apolo XI, se le entregó en calidad de préstamo, al Planetario Buenaventura Suárez de Asunción.
Fiesta de estrellas
La llegada del hombre a la Luna no es la única conmemoración, ya que se recuerda también los 400 años desde que el astrónomo Galilei extendió su telescopio al cielo y revolucionó el mundo científico con la comprobación de teorías negadas por el oscurantismo de la Iglesia católica, como la heliocéntrica. Además, se festejará el cuarto siglo de la aparición de Astronomía nova, de Johanes Kepler, en la cual detalla los movimientos de los planetas. Para ello, se realizarán charlas, debates, observaciones, cursos y excursiones en varios países del mundo. Todo esto, en el marco del Año Internacional de la Astronomía. También se construirán réplicas del primer telescopio galileano y se harán maquetas del universo para el mejor aprendizaje.
En Paraguay, el Club de Astrofísica tiene a su cargo la realización de este emprendimiento planetario y nodo nacional está coordinado por el Ing. Miguel Volpe. A comienzos de febrero, se lanzó el evento en la ciudad de Concepción.
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