La capital dinamarquesa, Copenhague, será la sede de una nueva cumbre mundial por el cuidado del medio ambiente y, especialmente, por el recalentamiento global que tanto daño está provocando en el descuidado planeta. Ese mismo que, todos dicen cuidar, pero que en cambio cuando deben entrar en acción, lo hacen en favor de los intereses económicos, que suelen prevalecer por sobre la preservación del hábitat humano, sin darse cuenta que, más temprano o más tarde, nadie quedará a salvo de la depredación que está siendo objeto la tierra.En esa primera quincena de diciembre, cuando se desarrolle esta nueva cumbre con la participación de representantes de 190 países, es muy poco factible que se alcance un acuerdo entre las potencias mundiales - que finalmente son las que definen las cuestiones, por sobre los reclamos del resto de países-, pues todos los indicios previos están encaminados en ese sentido. En la ocasión mencionada, deberá renovarse el Protocolo de Kioto, en el cual se acordó mucho y finalmente se cumplió muy poco, anticipándose que será extremadamente difícil que se alcance a concretar un Protocolo de Copenhague.
Especialistas que siguen de cerca esta clase de eventos, sostienen que a tan poco tiempo de la realización del evento, persisten las diferencias de criterios, a tal punto que aún se desconoce si asistirán los principales líderes mundiales o enviarán a sus ministros de Medio Ambiente, un indicio más que claro sobre las escasas chances de alcanzarse alguna clase de acuerdo. Lo que sí se advierte en cambio, es que los políticos se echan la culpa unos a otros.
Existen varias alternativas por definir, pues por un lado se tiene el incumplimiento de las grandes potencias, como los casos de Estados Unidos que es el mayor incumplidor China e India, que no han limitado la emisión de gases con efecto invernadero, lo cual produce las enormes grietas en la capa de ozono, provocando el recalentamiento sostenido de la corteza terrestre, con todas sus nefastas consecuencias, como el derretimiento de los dos casquetes polares, el aumento del nivel de las aguas con inundaciones reiteradas, la modificación del clima de grandes regiones que se han convertido en desérticas o están en camino irreversible de serlo.
Pero además, otra cuestión muy importante y a la cual todos se hacen los distraídos, es que nadie afronta la responsabilidad de aportar fondos para asistir a los países en desarrollo para que reconviertan sus industrias. En este caso, se necesitan como mínimo 100.000 millones de dólares anuales, que muy pocos están dispuestos a aportar, menos aún en las actuales circunstancias de crisis financiera de la cual aún se sienten sus duros efectos.
Las metas que se establecen en este tipo de cumbres, son siempre a largo plazo, por encima de lo que se necesitaría habida cuenta del vertiginoso ritmo de deterioro que está teniendo el planeta, pero ni aún así se cumplen, pues siempre que se llega a uno de esos plazos, vuelven a ampliarse y así sucesivamente, demostrando un nivel de irresponsabilidad tremendo.Cuando la fijación de límites en Kyoto se habló de 2012, pero ahora ya se tienen metas para 2020 en que deberían bajarse 6.000 millones de toneladas de dióxido de carbono, además de otras 20 gigatoneladas para 2050, lo cual debería ratificarse en diciembre en Copenhague, pero ni aún así se tienen siquiera la mínima certeza que ello podría ser posible.
Hace muy poco estuvo en nuestro país el ex vicepresidente estaounidense Al Gore, quien desde su alejamiento de ese cargo se abocó a la lucha en favor de la preservación del medio ambiente, reclamando el compromiso de todos los países para respetar el estricto cumplimiento de la reducción de emisión de gases con efecto invernadero. Un punto clave para que el planeta pueda conservarse, aun cuando la mayor parte del deterioro causado a esta altura, sea ya irreversible.
viernes, 6 de noviembre de 2009
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