viernes, 17 de julio de 2009

Lo que la Tierra le debe a la Luna

Todo viaje requiere preparación. Y mucho más si el destino se encuentra a más de 350.000 kilómetros de distancia.
Sin embargo, ningún entrenamiento ni ensayo previo fue suficiente para preparar a la tripulación del Apolo 8 para lo que estaba a punto de presenciar en la víspera de la Navidad de 1968: la visión de la Tierra asomándose sobre el horizonte lunar.
Suele decirse que la distancia brinda perspectiva y fue precisamente esta perspectiva la que dejó en evidencia lo pequeño, frágil y único que es nuestro planeta.
Esta imagen -retratada casi por azar, primero en blanco y negro y luego en color, por los tripulantes del Apolo 8 -no sólo tuvo un impacto profundo en los astronautas a bordo de la nave sino también en el movimiento ambientalista, que, a partir de ese entonces, cobró un renovado impulso.
La foto, según le dijo a BBC Mundo el historiador británico Richard Poole, autor del libro "Earthrise: How Man First Saw Earth", no solamente mostraba a la Tierra en un contexto espacial sino que le daba, de algún modo, una dimensión temporal.
Y esta nueva dimensión "le permitió a la gente reflexionar detenidamente sobre el lugar que ocupa nuestro planeta en el conjunto de la creación".
"Antes sólo existían una serie de conceptos teóricos e ideas sobre el funcionamiento de la Tierra como un sistema. Por esta razón, cuando por fin la tuvimos delante de nuestros propios ojos, pudimos comenzar a pensar en ella", comenta el historiador.
Ojos que ven...
Una vez que la Tierra comenzó a hacerse visible, pudo empezar a 'tener amigos'
Robert Poole, Historiador de la Universidad de Cumbria, Reino Unido
Ya en 1948, el astrofísico británico Sir Fred Hoyle, predijo que cuando los vuelos espaciales nos permitiesen ver a la Tierra en su totalidad desde el espacio, esta visión nos cambiaría para siempre.
Lo que quizás no alcanzó a precisar Hoyle son las consecuencias palpables que este cambio tendría para los movimientos ambientalistas de la época.
Muchos historiadores coinciden en que el renacimiento del movimiento ambientalista de los años 70 en Occidente está estrechamente vinculado a la difusión de ésta y otras imágenes captadas por las misiones del programa Apolo a la Luna.
La imagen de una Tierra colorida, viva, en claro contraste con el desolado paisaje lunar, fue hábilmente aprovechada por el ecologista estadounidense John McConnell, que, como recuerda Poole, solicitó a la NASA permiso para utilizarla y la plasmó en una bandera, que fue distribuida entre la multitud que observaba en unas pantallas gigantes colocadas en Central Park, Nueva York, el alunizaje del Apolo 11, en 1969.
La bandera se convirtió luego en el emblema del primer Día de la Tierra, celebrado el 22 de abril de 1970.

La imagen de la NASA fue utilizada por los ambientalistas para crear la bandera de la Tierra.
Desde ese entonces, el Día de la Tierra se ha venido conmemorando con el fin de concientizar a la población sobre los problemas ambientales que aquejan a nuestro planeta.
Asimismo, la organización Amigos de la Tierra, una de las redes más extensas a nivel internacional de grupos ecologistas surgió en 1969.
Ese mismo año también se publicó un clásico de la contracultura estadounidense, el "Whole Earth Catalogue" (Catálogo completo de la Tierra), cuya finalidad era brindar a los lectores todas las herramientas e información necesarias para crear una comunidad bajo principios de la sustentabilidad.
En la portada del libro: la foto de la Tierra.
Y es que las imágenes, comenta Poole, hablan por sí solas, "una vez que la Tierra comenzó a hacerse visible, pudo empezar a 'sumar amigos'".
Y ahora...
40 años después de que fuera publicada, en una sociedad saturada por la información y las imágenes, vale preguntarse si la foto de la Tierra, como la tomada por el Apolo 8, sigue produciendo el mismo impacto.
Para Poole, el paso del tiempo no le ha quitado fuerza.
"El otro día en una conferencia mostré las imágenes de la Tierra sin decir una palabra. Solo dejé que la gente las contemplara en silencio. Y llegué a la conclusión de que las fotos de la Tierra, sola, resultan tan poderosas ahora como antes".